La Inteligencia Emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones de la vida cotidiana, desarrollar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará más posibilidades de desarrollo profesional y personal.

Los principios de la inteligencia emocional tienen múltiples aplicaciones, como por ejemplo: en las relaciones con los demás (de pareja, en la escuela, en el trabajo…), en la salud, en la prevención de conductas antisociales, etc. También es un recurso que podemos aplicar en la resolución de conflictos.

Otro campo es el de la salud, ya que es sabido que las personas con un buen estado de ánimo tienden a estar menos enfermas o, en caso de estarlo, a recuperarse más deprisa. También ayuda a prevenir conductas antisociales como el consumo de drogas, ya que una persona con un trastorno adictivo utiliza la droga para atenuar emociones negativas como son la ira, la ansiedad, la depresión… si adquieren la habilidad de manejar esas emociones no necesitan consumir drogas. Y ocurre lo mismo en conductas relacionadas con los desórdenes alimentarios (anorexia, bulimia…) tan frecuentes en nuestra sociedad actual.

Dos de los ámbitos donde se más se aplica la Inteligencia Emocional hoy en día son el ámbito educativo y en el de las organizaciones.

La Inteligencia Emocional parte de la convicción de que la escuela debería promover situaciones que posibilitaran el desarrollo de la sensibilidad y el carácter de los alumnos, sobre la base de que en el quehacer educativo se involucra tanto el ser físico como el mental, el afectivo y el social, en un todo.

Por otro lado, Goleman (1998) determina que las condiciones intelectuales no son la única garantía de éxito en el ámbito profesional del trabajo, sino tan sólo un factor, que unido a las necesidades emocionales cubiertas del personal como equipo, desarrollará el desempeño y los resultados de todo líder y trabajador motivándolo emocionalmente a ser productivo. Este autor también define el éxito de líderes y trabajadores en personas de alto nivel de desempeño, destrezas, habilidades técnicas y emocionales bien desarrolladas, alcanzando la capacidad de dar sentimientos que cada vez se hacen más competitivos y necesarios en la familia, el trabajo y la sociedad.